Historia de la electricidad y del cable eléctrico

Ya hemos hablado en otras ocasiones del cable eléctrico, de su definición, composición y clasificación. Pero, ¿cuándo se descubrió este invento que revolucionó la vida, llevando electricidad allí donde fuera necesario? Veamos…

La naturaleza eléctrica de la materia fue descubierta por el filósofo griego Tales de Mileto, en torno al año 600 a.C, al observar que frotando el ámbar con una piel, éste atraía cuerpos ligeros. Se daban así los primeros pasos del inicio de la electricidad. Pero, hubo que esperar hasta el siglo XVI para que William Gilbert, un médico inglés, detectara que existían otros materiales, a los que llamó “eléctricos”, que mostraban el mismo comportamiento que el ámbar. Este doctor inventó el versorio, un instrumento para determinar si un cuerpo era o no eléctrico.

En el siglo XVIII, el francés Charles du Fay, descubrió que existían dos tipos de comportamiento en función de los materiales que se frotaran: los que reaccionaban como el ámbar y los que se comportaban como el vidrio al frotarlo con seda. Así, observó que dos pedazos de ámbar electrizados se repelían; y que lo mismo ocurría entre dos de vidrio electrizado. Pero, que, por el contrario, al acercar uno de cada tipo, se atraían. Ello le llevó a deducir que existían dos tipos de electricidad.

También en ese mismo siglo, Benjamín Franklin investigó los fenómenos eléctricos, llegando a la conclusión de que la electricidad era una especie de fluido que podía pasar de unos cuerpos a otros por frotamiento, de modo que cuando pasaba a un cuerpo, éste adquiría electricidad positiva, y el cuerpo que perdía el fluido adquiría electricidad negativa.

Fue Alessandro Volta quien en 1780, gracias al invento de la pila eléctrica, descubrió que  se necesitaban metales conductores como el cobre o el hierro cuando se generaba electricidad, para que al entrar en contacto con un cuerpo cargado de electricidad, la transmitieran a todos los puntos de su superficie. Inicialmente, se emplearon placas de cobre gruesas, que fueron reduciéndose de tamaño hasta convertirse en el cable eléctrico de hoy en día, del cual no existe patente registrada.

A mediados del siglo XIX, impulsados por la creación de la pila eléctrica, fueron muchos los que se interesaron por avanzar más en las aplicaciones tecnológicas de la electricidad, inventando aparatos que requerían energía eléctrica para funcionar, como los de Thomas Alva Edison (bombilla, entre otros muchos) y Samuel Morse (telégrafo). Y ese interés condujo a la llegada de la electricidad en las calles y hogares, sustituyendo las velas y las lámparas de aceite.

En el siglo XX, la aparición de nuevos inventos y aplicaciones basados en electricidad como fuente de energía originó la revolución de la electricidad; y más tarde la de la electrónica. El bienestar de las personas mejoraba gracias a la existencia del cable eléctrico, capaz de conducir energía producida en centrales eléctricas, hasta donde fuera necesario. Surgía así un potente sector económico, el energético.