Beneficios intangibles de ICM (I). Cercanía y jornada continua, soluciones para reducir el impacto de los desplazamientos al trabajo en la salud

En general, los trayectos cortos al lugar de trabajo contribuyen a mejorar la conciliación laboral y personal, así como a reducir el nivel de estrés producido, sobre todo, si se realizan en vehículo propio. Pero, según apuntan diversos estudios, este tipo de desplazamientos ha ido aumentando progresivamente durante los últimos años, situándose la media, en España, en torno a los 35 minutos. Sin embargo, en ICM, un elevado porcentaje trabaja en la misma localidad en la que vive o cerca de ésta.  Sin duda, la cercanía al trabajo y la jornada continua son dos de los grandes beneficios intangibles que ofrece nuestra compañía a quienes trabajan en ella.

Jornada continua, una de las soluciones a problemas derivados por los desplazamientos

Este incremento del tiempo de desplazamiento supone un mayor descontento con el puesto, una caída de la productividad y problemas de salud, entre otros.  Así lo afirma un grupo de investigación de la Universidad de Zaragoza, que ha analizado el efecto de los tiempos de desplazamiento laboral en los trabajadores de varios países europeos, durante 30 años.

El estudio (“Trends in communitng time of European workers: A cross-country analysis, Transport Policy”) incluye conclusiones sobre algunas medidas para solucionar los problemas derivados por los desplazamientos. Por ejemplo, aquéllas “orientadas a mejorar la información disponible en materia de búsqueda de empleo, promover el transporte verde o fomentar la jornada continua podrían ser interesantes en este sentido”. En ICM, en general, existe una jornada continua, que comienza a las siete de la mañana y finaliza a las tres de la tarde.

“No todo el mundo tiene la suerte de ir caminando hasta su trabajo”

Investigaciones recientes insisten en que estos desplazamientos afectan al bienestar mental. Como sostiene el artículo “Los desplazamientos de casa al trabajo afectan a nuestra salud”, publicado en La mente es maravillosa, “no todo el mundo tiene la suerte de ir caminando hasta su trabajo. Por tanto, lo más común es tener que coger el coche, o recurrir al transporte público y programar nuestras alarmas cada día para madrugar”. Y, lógicamente, los frecuentes atascos, las prisas, los frenazos y los accidentes obligan al conductor a permanecer en alerta constante, produciéndole un gran estrés y cansancio, que repercuten negativamente en su salud mental.

Además, estos intervalos forzosos de tiempo implican tener que madrugar y llegar más tarde a casa, sobre todo, porque en la mayoría de las empresas, no existe flexibilidad ni jornada continua, por lo que el personal debe entrar en torno a las nueve de la mañana. Así que, a partir de las ocho o incluso antes, las calles de la ciudad y las vías de circunvalación comienzan a llenarse de vehículos con particulares que se desplazan al trabajo. Y la misma rutina, pero al revés, sucede desde las 18 horas. Todo ello contribuye a generar infelicidad en los trabajadores.

Los desplazamientos aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares

Por su parte, la Universidad de Alicante ha desarrollado una investigación que insiste también en cómo los desplazamientos afectan a la salud, de modo que cuanto mayor tiempo se invierte, mayor es el impacto negativo producido en la persona, el cual es aún más acusado en las mujeres. “Ha podido verse que los viajes más largos afectan a las mujeres de manera más intensa”, sostiene. Pero, no sólo a nivel mental, sino también físico.

En ese sentido, la Dra. Christine M. Hoehnr de la Universidad de Washington incide en que este tipo de desplazamientos intensifican el riesgo de enfermedades cardiovasculares, ya que el agotamiento acumulado eleva el sedentarismo. Porque, al llegar a casa, debido al cansancio acumulado, no apetece moverse ni hacer deporte. Ello unido a la falta de sueño deriva en hipertensión, aumento de peso y malos hábitos de alimentación, entre otros.

 

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